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La nuestra es una era de cambio vertiginoso y constante. Todo cambia y cambia rápidamente. Pareciera que vivimos todo de manera fugaz y superficial. Incluso la moral y los valores sufren transformaciones asombrosas y desconcertantes. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que hay valores fundamentales y eternos. Valores esenciales. Si hemos de pasar el vendaval de los peligrosos cambios que vivimos cimentados en la fe, será necesario nos aferremos a los sabios consejos espirituales de las Santas Escrituras.

Lectura Bíblica: Mateo 24: 33-35

Tema: Valores eternos e inmutables (1ª parte)

Versículo destacado: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Mateo 24: 35 

Comentario: Nuestro mundo está marcado por el devenir, la variabilidad y el cambio constante. No hay cosas que no varíen o no cambien nunca. Esto nos provoca inquietud e inseguridad. Sin embargo, como hijos de Dios, no tenemos por qué vivir inseguros o temerosos a pesar de nuestro mundo extremadamente variable y en constante cambio. En nuestro pasaje de hoy, Jesús nos enseña que hay cosas y valores espirituales que no cambian. Que se mantienen constantes a más allá del tiempo y de las circunstancias que nos toquen vivir. ¡Podemos confiar en esto! Jesús nos enseña que la Palabra de Dios es inmutable, que no cambia. El mensaje y las promesas de la Biblia son eternas, no pueden ser cambiadas y se cumplirán en el tiempo y las formas de Dios. En Mateo 24:35, Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Aquí, entonces, la primera cosa inmutable a la que podemos aferrarnos confiadamente: ¡las palabras de Cristo! Acudiendo a la Palabra de Dios, también encontramos otras cosas valiosas que tampoco varían. En Juan 13:1, por ejemplo, leemos: “Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Todas las Santas Escrituras dan testimonio de la clase de amor que nos dispensa Jesucristo: ¡un amor comprometido, constante e inmutable! El amor de Cristo es incondicional y podemos, también, estar seguros de que no varía, que es constante e inmutable para siempre. ¡Esto debe llenarnos de gozo y paz sabiendo de quien son los brazos que nos sostienen y nos cobijan! En el libro de Hebreos, aprendemos otra importante verdad acerca de las cosas inmutables que Dios dispensa en nuestro favor. Necesitábamos un Salvador y Sumo Sacerdote que sea capaz de justificarnos y representarnos ante Dios. ¡Y Dios lo proveyó en Cristo para siempre! En su soberana voluntad, Dios proveyó un Salvador y un Sumo Sacerdote para bien de toda la humanidad. Hebreos 7:17, refiriéndose al Señor Jesús, dice. “Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” y unos versículos más adelante se agrega: “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:22-25). ¡Podemos estar seguros de nuestra salvación porque ella descansa en la obra de nuestro Señor Jesucristo quien es el inmutable Salvador y sumo sacerdote de la humanidad para siempre! Mañana, Dios mediante, seguiremos reflexionando en algunas de las valores eternos e inmutables que nos revela la Palabra de Dios.

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández