Lectura Bíblica: Colosenses 1:1-2
Versículo destacado: “a los santos y fieles hermanos en Cristo…” Colosenses 1:2
Tema: Un pastor movilizado.
Comentario: En la salutación inicial que introduce la carta a los Colosenses, encontramos varios puntos que consideramos dignos de resaltar. En primer lugar, el autor de la epístola se define como “Pablo, apóstol de Jesucristo”. Este Pablo, no es otro que el ex-acérrimo enemigo de los cristianos, Saulo de Tarso. Él había sido transformado completamente por un encuentro personal con el Jesús resucitado cuando iba en una de sus misiones de persecución contra los cristianos cerca de la ciudad de Damasco. El arrogante rabino Saulo, ahora había cambiado su nombre llamándose Pablo, que significa “pequeño” y se había convertido en el apóstol de Jesucristo a los gentiles. Un “apóstol” es alguien que es enviado como un embajador o representante de quien lo envía. Pablo se define como un enviado, un comisionado por el mismísimo Cristo viviente para proclamar el evangelio y servir a la iglesia. Pablo agrega que su apostolado no nació de él mismo. Fue “por la voluntad de Dios”. Su inclusión y labor en el ministerio cristiano no fue una decisión personal, sino una elección divina. Ni Pablo, ni los ministros de su tiempo, actuaban en forma solitaria. Ellos preferían el trabajo en equipo y se rodeaban de personas llenas de fe y del Espíritu Santo. Al momento de escribir, Pablo estaba en buena compañía. Estaba junto a Timoteo, un joven y fiel colaborador, que lo acompañaría a través de su formidable ministerio. Pablo define los destinatarios de su epístola como: “santos y fieles”. Si bien Pablo estaba escribiendo porque una congregación estaba siendo atacada e invadida por ideas ajenas y opuestas al Evangelio, el gran apóstol en ningún momento ataca a sus hermanos o los critica. Él separa la enfermedad del enfermo y habla de ellos con tres interesantes y halagadores adjetivos. Primero, se refiere a los “santos”. Es decir, los considera personas separadas y consagradas por Dios para su servicio. Luego, los considera como “fieles” o sea como personas que confían en Jesucristo con lealtad. Por último, habla de ellos como “hermanos en Cristo”. Los discípulos forman una nueva comunidad, una fraternidad de personas unidas por Cristo y en Cristo. Esa comunidad identificada con Jesús ha derribado todas las barreras y ya no hay: varón, ni mujer, esclavo ni libre, judío ni gentil. Ahora, son una sociedad de iguales. De personas llamadas y dotadas por Dios con dones espirituales para el servicio sagrado. Son personas benditas con la bendición eterna de la salvación en Jesucristo. Está comunidad cristiana a la que Pablo escribe estaba asentada en una antigua ciudad de Asia Menor: Colosas. Esta había sido una ciudad opulenta, rica e importante y tenía siglos de existencia para el primer siglo. Pero, para cuando Pablo escribe, estaba en decadencia. Había perdido su lugar prominente ante otras ciudades como Laodicea e Hierápolis que también estaban asentadas en la hermosa geografía del valle del Río Lyco. Luego, finalizando el versículo 2, Pablo expresa el primitivo saludo cristiano: “gracia y paz”. Es decir, les desea que el favor inmerecido (gracia) y el sosiego y satisfacción de Dios (paz) vengan sobre la vida de sus hermanos. Es interesante decir que, seguramente, Pablo no conocía personalmente a los colosenses. Sin embargo, el apóstol decidió tomar su pluma para instruir a sus hermanos que estaban siendo atacados por una peligrosa e incipiente herejía que amenazaba una verdad central del Evangelio: la preeminencia de Cristo. Pablo no fue impulsado a escribir porque los colosenses estuvieran en un lugar prominente o porque fueran una congregación poderosa o humanamente importante. Él fue movilizado por un amor sincero a sus hermanos y por amor al mensaje de su Señor. Él quería que el Evangelio mantuviera la pureza y verdad que nunca debe perder. Así, por la preocupación amorosa del pastor a los gentiles, nació esta joya de la literatura cristiana llamada la epístola a los Colosenses que aún hoy sigue desafiando a los creyentes para no diluir el evangelio con ideas extrañas motivándolos a comprender y proclamar la preeminencia absoluta de Cristo sobre la creación y sobre la iglesia.
¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!
En Cristo, Julio Fernández
0 Comments