Lectura: Lucas 15:11-32
Versículo destacado: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”. (Lucas 15:18-19)
Tema: Regresemos siempre a Dios, nuestro Padre.
Comentario: En el evangelio según San Lucas, capítulo 15, encontramos una de las historias más conmovedoras de la Biblia: la parábola del hijo pródigo. En esta, Jesús cuenta de un hombre que requirió de su padre el adelanto de su herencia. Luego, con desfachatez, este abandonó su familia para irse a tierras lejanas para vivir “perdidamente”. Sus erradas decisiones, terminaron llevándolo a la ruina. Pero, estando en esa mísera condición, ese hombre descarriado, reflexionó: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”. (Lucas 15:18-19). Cuando emprendió el regreso al hogar “y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. (Lucas 15:20). El Padre lo recibió en su hogar nuevamente con gran alegría y haciendo una fiesta. ¡Así es Dios! ¡Así es nuestro Padre Celestial! Jesús quería enseñar con esta historia que Dios es un Padre amoroso que siempre nos está esperando para prodigarnos sus misericordias y su perdón. Si aún vagamos descarriados sin rumbo, sin propósito y sin Dios en el mundo, ¡vengamos al Padre! ¡sus brazos nos prodigarán amor incondicional y misericordia! Dios nos aceptará, porque Dios nos ama. Si somos creyentes y ya hemos entregado nuestras vidas al Señor, ¡vengamos al Padre sin temor, pues cada día, gracia abundante aún fluye de su trono para nosotros! ¡Hay gracia para vivir y hay más gracia para crecer! ¡Y aún hay más gracia venidera! Recordemos el pensamiento de ese hijo errado y perdido: «me levantaré e iré a mi padre”. Sí, esto se aplica a creyentes y no creyentes por igual. Por eso, ¡levántate en este día – y todos los días – y ve a tu Padre que está en los cielos! ¡Sus brazos llenos de amor te están y te estarán esperando siempre!
¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!
En Cristo, Julio Fernández
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