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Lectura Bíblica: Salmo 5

Versículo destacado: “Señor escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera” (Salmos 5: 3, NTV)

Tema: La oración matutina

Comentario: En la Biblia aprendemos el ejemplo y las costumbres de muchos “santos”. Es decir, de personas comunes y corrientes de otras épocas que creyeron en Dios y caminaron con él. Aprendemos como ellos vivían su fe y por qué agradaron a Dios con sus vidas. Una constante que vemos, al examinar sus vidas y enseñanzas, es que ellos eran personas devotas que tomaban en serio la vida espiritual. Eran constantes en practicar las disciplinas espirituales como el estudio de las Escrituras Sagradas, la adoración pública y privada al Creador, el ayuno, el retiro en lugares solitarios, la sencillez, la meditación; pero, en especial, practicaban asidua y constantemente la disciplina de la oración. Ellos también se preocupaban por enseñar estas disciplinas a otros para que pudieran crecer en la gracia y el conocimiento de Dios. Las prácticas espirituales no eran para encerrarse en una vida solitaria, sino para alimentar el espíritu y poder participar en una vida comunitaria plena. Entre estas disciplinas, la oración comunitaria fue muy importante, pero en especial la oración privada a solas con Dios siempre ocupo un lugar privilegiado. Por ejemplo, el salmista escribió: “Señor escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera”(Salmos 5: 3, NTVComo vemos, una disciplina habitual de los siervos de Dios siempre fue la oración matutina. Ellos madrugaban para pasar tiempo con Dios, para meditar en Su Palabra y para elevar sus plegarias al Creador. Se esforzaban porque Dios fuera el primer pensamiento al comenzar el día y el último al retirarse a descansar en la noche. Como hijos de Dios, nosotros también necesitamos practicar las disciplinas espirituales que fueron sostén de los santos de antaño. Estas disciplinas no son rutinas esclavizantes, ni aburridas. Son puertas liberadoras que nos permiten despegarnos de las distracciones cotidianas y de la rutina diaria para enfocarnos en Dios y en su obra. La oración y el tiempo devocional diario ocupan un lugar preponderante entre estas disciplinas del espíritu. Esforcémonos porque esta sea nuestra costumbre habitual días tras día. Un buen comienzo para adentrarnos en la práctica de las disciplinas es afianzarnos y fortalecernos en la oración. Seguramente, habrá tiempo para ir sumando las otras devociones mencionadas a medida que avanzamos en la madurez cristiana. La oración es como la respiración de nuestro espíritu. A través de ella podemos exhalar ante la presencia  de Dios todos los contaminantes que hay en nuestras vidas expresando nuestras tristezas, angustias, dolores y frustraciones. Confesando nuestras faltas y pecados. A través de ella también podemos inspirar la paz, el amor, el consuelo y la aceptación incondicional de los tiernos afectos de Cristo. Dios está esperándonos para bendecirnos de una manera especial al presentarnos ante él cada mañana “pues tú bendices a los justos, oh Señor; los rodeas con tu escudo de amor” (Salmos 5:12, NTV)

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández