Lectura Bíblica: Efesios 6:10-13
Versículo destacado: “porque (los cristianos) no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios 6:12
Tema: La guerra espiritual.
Comentario: Los cristianos nunca debemos olvidar que estamos en medio de una guerra espiritual. El mal existe y los seres angélicos, que lo inspiran y propagan, también. Estos, en la Biblia, son llamados demonios y su líder es el arcángel Lucifer que pretendió usurpar el trono y la majestad de Dios. Hoy, se le llama Satanás y diablo. Si bien fue arrojado del cielo, a este arcángel maligno le fue permitido por Dios reinar sobre la Tierra. De hecho, las Santas Escrituras lo llaman “el dios de este mundo” (2 Corintios 4:4). Él y los ángeles inferiores que lo siguieron en su rebelión se oponen a la obra de Dios y de sus hijos en el mundo. Odian al Evangelio y odian a los cristianos.
Según la Biblia, hay todo un ejército organizado de criaturas espirituales de las tinieblas que trabajan para derrotar al pueblo de Dios, engañar a las personas y sembrar la discordia en el mundo. San Pablo escribió sobre esto en Efesios 6:12: “porque (los cristianos) no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. No era la intención del apóstol de Cristo, asustar a sus hermanos en la fe con esa declaración. Él, simplemente, buscaba exponer la realidad tal cuál era para que los creyentes entendieran de dónde venían los problemas, conflictos, luchas, trabas y la feroz oposición que enfrentaban. ¡No sólo había personas en las filas de los enemigos del Evangelio! En realidad, ¡todo un poderoso ejército espiritual de maldad estaba detrás de ellos y de las muchas circunstancias inexplicables que enfrentaba el pueblo de Dios! La idea de Pablo era que sabiendo claramente cuál era la fuente real del problema, los creyentes pudieran estar preparados y vencer al verdadero enemigo. Pablo consideraba que si sus hermanos en la fe se fortalecían en Cristo y se vestían con la armadura espiritual que Dios les entregaba, la victoria sería segura. Los discípulos debían moverse con la fe como escudo y con la Palabra de Dios como espada. De esta manera, no habría enemigo invencible (Efesios 6:10-11).
Hoy, muchos, incluso cristianos, viven despreocupados por el mundo espiritual. Toman estas cosas como cuentos para niños y no le dan ninguna relevancia. Mucho menos consideran la posibilidad de estar en medio de una guerra espiritual. Otros, en cambio, viven atormentados con estas cosas y ven demonios por todos lados. Las dos posturas son erradas. C.S. Lewis, el afamado autor británico, escribió en su libro “Cartas a un diablo novato”: “Nuestra raza humana puede caer en dos errores, iguales pero opuestos, respecto a los demonios. Uno es no creer que existen. El otro es creerlo e interesarse por ellos de manera enfermiza. Los demonios se sienten igualmente complacidos por ambos errores, vitoreando con igual deleite al materialista y al mago”.
En Efesios 6, Pablo nos enseña a tener una postura equilibrada sobre el tema. Sin obsesiones ni miedos, pero tomando seriamente el asunto. Hay algo que, responsablemente, debemos hacer al respecto.
Primero, debemos estar conscientes de estas realidades espirituales. Segundo, debemos enfrentarlas a la manera de Dios: con fe, con preparación en la Biblia, con oración, cimentados en la verdad, viviendo vidas de obediencia en justicia, creyendo y practicando el evangelio de la paz. Debemos revestirnos del Señor Jesucristo. Es decir, vivir con una fe y una entrega profunda a él. Esto nos preservará de cualquier ataque de las fuerzas del mal. Pero no lo olvidemos, la clave es que no restemos importancia a este tema.
El enemigo atacará tarde o temprano. Sus armas predilectas son: el desánimo, la duda, la confusión, el temor, el rencor, la falta de perdón, el odio, el conflicto, las trabas, etc. Con todos esos “dardos de fuego” tratará de alejarnos de Cristo y de su camino. Pero si como individuos y como iglesia estamos juntos y en comunión con nuestro gran Dios, la victoria es segura, pues – en realidad – Cristo ya venció de una vez y para siempre sobre toda hueste de maldad en la Cruz del Calvario. En esta guerra no hay dos ejércitos de igual poder y fuerza. ¡No! Hay un ejército derrotado (el del mal) y un líder y un ejército victorioso (el de Cristo y sus santos ángeles). Por lo tanto, no hay nada que temer. ¡Cristo el sublime y victorioso está de nuestro lado, porque nosotros somos su pueblo! Así que, ¡firmes y adelante vistiendo la armadura de Dios!
¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!
En Cristo, Julio Fernández
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