Spread the love

Lectura Bíblica: 1 Samuel 30

Versículo destacado: “…se fortaleció en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6).

Tema: La fortaleza que viene cuando confiamos en Dios

Comentario: En el libro bíblico de 1 Samuel capítulo treinta leemos el  relato una difícil situación que vivió el pueblo de Dios. Durante la ausencia de David y sus hombres, los amalecitas habían atacado varias poblaciones de Israel destruyéndolas, robando los bienes materiales y tomando como prisioneras a las mujeres, los niños, los jóvenes y todos los pobladores que estaban en la región. Cuando David y sus hombres regresaron hallaron un espectáculo desolador. Todo había sido quemado, los afectos habían sido hechos cautivos y nadie sabía dónde hubieran ido los saqueadores con todo el preciado botín. El dolor fue espantoso. David y todos los que con él estaban lloraron amargamente “hasta que les faltaron las fuerzas para llorar”. Pero para David, las cosas se pusieron peor. No sólo había perdido sus afectos, sino que pronto el pueblo se volvió contra él. Estando en tristeza y amargura, los hombres culparon a David, su líder, de su desgracia. Pronto, pensaron en apedrearlo como una manera de mitigar su bronca y su dolor. La situación era crítica y parecía insuperable, pero David mostró el carácter de un verdadero hombre de fe y no se dejó amedrentar. Mientras los demás hombres se habían sumido en la depresión, la desesperanza y la bronca; David se enfocó en Dios.  David pudo levantar los ojos de la fe, miró más allá de las circunstancias que estaba viviendo y “se fortaleció en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6). En lugar de encerrarse en su dolor y buscar culpables para descargar su ira, David buscó a un sacerdote y consultó a Dios quien le dijo: “Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos”. Así, David recibió ánimo de la Palabra de Dios y confiado salió a resolver la situación. Partió en búsqueda de los amalecitas y, aunque no sabía dónde se hallaban, Dios providencialmente lo guió al lugar exacto del campamento de sus enemigos. La victoria fue extraordinaria. Recuperaron todo. Sus mujeres, sus niños, sus bienes. Todos los prisioneros fueron liberados y todos los bienes materiales volvieron al pueblo de Israel. Así, Dios honró la fe de David y lo liberó no solo de la desesperación de haberlo perdido todo, sino también de una muerte segura en manos de su propio pueblo. David reconoció públicamente: “Dios nos ha dado todo esto, y nos cuidó y nos ayudó a vencer…” (1 Samuel 30:23b, Traducción en Lenguaje Sencillo). La fe en la palabra de Dios y en sus promesas, siempre trae recompensas inimaginables. Cuando pensemos que estamos en una situación de la que no hay salida, venzamos la desesperanza con una fe firme confiada en el Dios Todopoderoso. Aún nos queda el mismo recurso al que se aferró David en sus angustias: recurrir a Dios. ¡Fortalezcámonos siempre en el Señor nuestro Dios, en él siempre hay esperanza! Él es quien puede cambiar nuestro lamento en baile y nuestra noche en un glorioso amanecer.

¡Qué la gracia y la paz de Dios sean sobre sus vidas!

En Cristo, Julio Fernández