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Lectura: Colosenses 2: 18-20

Versículo destacado: “Nadie os prive de vuestro premio…” Colosenses 2:18

Tema: La falsa religión de las obras.

Comentario: Pablo advierte a los creyentes que no deben dejar que, ningún falso maestro, les robe o arrebate el premio que Dios tiene preparado para ellos. Tampoco, como anteriormente aprendimos, los creyentes deben dejar que nadie los condene.

Los falsos maestros insistían en dos cosas. Primero, decían que los cristianos debían“afectar humildad”. Es decir, insistían en que se debía practicar una religión de autohumillación y ascetismo con una “religiosa abnegación” (NTV). En segundo lugar, sostenían que había que practicar un “culto a los ángeles”. Los gnósticos enseñaban que eran indignos de adorar a Dios directamente, por eso – con una falsa humildad – caían en la adoración de criaturas angelicales. El apóstol combate estas dos enseñanzas diciendo que las “visiones” que dicen haber tenido son totalmente falsas y subjetivas. Estas “revelaciones especiales” contradicen la enseñanza cristiana y no deben ser tenidas como fuente válida de verdad. Según Pablo, estas visiones nacieron de mentes pecaminosas, de la arrogancia y de vidas que no están unidas a Cristo. O sea que, toda esa supuesta humildad, que pretendían tener y practicar los falsos maestros, era puro cuento y, en realidad, sus ideas habían nacido de mentes “hinchadas” y orgullosas. Habían nacido de sus propias mentes erradas que pretendían haber tenido un contacto y revelación especial del mundo espiritual.

Pablo continúa enseñando que el problema fundamental de toda esta falsa enseñanza es que no reconoce el Señorío absoluto de Jesucristo. No se centra en Cristo de dónde el cristiano desarrolla su enseñanza y se nutre para el crecimiento espiritual.

Por otra parte, el texto nos enseña que los creyentes estamos “muertos” con Cristo y que él nos rescató de los poderes espirituales del mundo. Ya no debemos temer a los ángeles ni debemos cumplir con las enseñanzas de la religión que pretende agradarlos. Ahora, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios y hemos muerto al mundo y sus ideas religiosas. Por eso, no debemos atarnos a prácticas legalistas ni a una religión dura y esforzada que busca el crecimiento espiritual a través del mérito propio.

Pablo aclara que no debemos preocuparnos por cumplir con las reglas de una religión vana, ya que son simples ideas y enseñanzas humanas que no tienen nada que ver con Cristo. Este tipo de religión, nos enseña nuestro texto, coloca pesadas cargas sobre quienes la practican. Si bien parece sabia, en realidad, es una pesada y exigente carga. Pablo dice que demanda al menos tres cosas: exige una gran devoción, demanda una vida religiosa esforzada y abnegada y requiere una severa disciplina corporal. Es una religión del esfuerzo y del sacrificio; pero, en realidad, San Pablo quiere hacernos entender que no sirve para nada. Pablo es contundente: ¡dice que practicar la religión de las obras y del esfuerzo humano nace de la vanidad del hombre y sólo sirve para llenar de orgullo a quienes la practican! Esa religión puede parecer sabia y humilde, pero en realidad es un engaño. Enreda a las personas en el error y las aleja del sencillo evangelio de Cristo que nos enseña a confiar sólo en sus méritos para nuestra salvación y crecimiento. La traducción Nácar – Colunga traduce la última parte del versículo 23 diciendo “sin valor alguno, si no es para satisfacción de la carne”. Es decir, el fin de una religión basada en el esfuerzo humano y el legalismo sólo sirve para inflar el ego de quien la practica y no tiene verdadero valor espiritual a los ojos de Dios.

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández