Lectura: Romanos 10
Versículo destacado: “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9)
Tema: El modo de Dios para alcanzar la salvación
En el capítulo 10 de la epístola a los Romanos, el apóstol Pablo revela el problema espiritual de los judíos y porque ellos no podían creer y aceptar las buenas nuevas del Evangelio. Él escribió: los israelitas “no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante él…” (Romanos 10: 3, Nueva Traducción Viviente). Pero esto no era un problema sólo de los judíos del tiempo de Pablo, sigue siendo un problema de todo ser humano hoy. Los seres humanos han ideado infinidad de filosofías y religiones tratando de llegar a Dios y “hacerse justos ante él”. En el caso concreto de los judíos, el método con el cual pretendían llegar a Dios era cumplir con la Ley de Moisés y todas las tradiciones religiosas de los ancianos. Pero, el apóstol explica que este método o cualquier otro “modo de hacerse justo” ante Dios no tiene utilidad. Simplemente, no sirve porque niega el modo aceptado por Dios. La Ley no tenía la finalidad de hacernos salvos. Dios había dado la Ley con otro propósito. El fin de Ley era llevarnos a Cristo para que, como resultado de creer él, fuésemos declarados justos ante los ojos de Dios (ver. 4). Pablo, entonces pasa a explicar sin ambages, “la palabra de fe” que predica y que todos debemos creer. Él insista a sus lectores explicando: “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). ¡Esta es una buena noticia! ¡Este es el modo de Dios! No somos salvos por la ley o por la religión. No somos salvos por nuestro buen comportamiento o por el cumplimiento estricto de alguna piedad religiosa. ¡No! Somos salvos de una única manera. Esa única manera ha sido determinada y establecida por Dios mismo. ¡Somos salvos únicamente por la gracia y por la misericordia inmerecida de Dios! ¡Dios dispensa salvación gratuitamente a todo creyente en Jesucristo y en su evangelio! Y, esto, en base a la obra expiatoria de Cristo realizada de una vez para siempre en la cruz. Para alcanzar salvación, Dios sólo requiere que creamos en Jesucristo y su Evangelio, que le confesemos nuestros pecados, que expresemos arrepentimiento por una vida de rebeldía y que aceptemos por la fe el regalo de una nueva vida. Es decir, que somos salvos solamente por confiar en Jesucristo y en su obra expiatoria realizada en la Cruz del Calvario. A todos se nos exige aceptar el método de Dios para que seamos justificados y aceptos ante él. No hay obra nuestra que pueda salvarnos. Isaías dice que todas nuestras obras son como trapos de inmundicia ante la santidad de Dios (Isaías 64:6). Pero Dios no nos ha abandonado en nuestros delitos y pecados, él proveyó un cordero santo y sin mancha para ser inmolado en nuestro lugar. Ese cordero inocente es Jesucristo y la promesa divina es que todo aquel que invocaré su nombre con confianza en su persona y su obra, será salvo (Romanos 10:13). ¿Ha manifestado su fe en Jesucristo como Señor y Salvador? ¿Ha confesado sus pecados a Dios y se ha arrepentido de una vida indiferente a Dios? Si aún no lo ha hecho, ¡hoy puede entregar su vida a Dios donde se encuentre! Hable con Dios en oración. Declare su fe en Jesucristo como su Señor y Salvador y confiese al Dios Eterno sus pecados. ¡Dios jamás desecha un corazón contrito que confía en él y lo busca!
¡Qué la gracia y la paz de Dios sean sobre sus vidas!
En Cristo, Julio Fernández
P.D: si quiere saber más sobre la salvación, sobre cómo llegar a ser cristiano y sobre cómo vivir la vida en Cristo, escríbanos. Con gusto, estamos para ayudarlo.
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