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Lectura Bíblica: 1 Corintios 15:57-58

Versículo destacado: Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58)

Tema: Comprometidos en la misión de Dios.

Comentario: ¿Qué llevaba a los apóstoles a escribir sus cartas? ¿Cuál era su motivación? ¿Qué buscaban? Sin duda, ellos buscaban que los cristianos crecieran en los caminos de Dios sin extraviarse del supremo llamamiento que habían recibido en Cristo. También buscaban que los creyentes se comprometieran con la causa del Evangelio. Anhelaban discípulos activos y constantes en las cosas de Dios. Ellos deseaban una iglesia unida, fuerte y vigorosa. Una iglesia formada por discípulos comprometidos capaces de extender la obra de Cristo en el mundo. El apóstol Pablo deja esto muy en claro cuando escribe: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano (1 Corintios 15:58). Notemos que Pablo habla en forma categórica diciendo: “¡Estad!”. Es decir,  exige que mostremos nuestra presencia con firmeza y constancia.  El vocablo “firmes” hace alusión a una voluntad inamovible. A una creencia y práctica sólida en el evangelio. Una fe que no sea acomodaticia y pasajera, sino anclada en convicciones fuertes y estables. Pero también dice que debemos ser “constantes”. O sea, perseverantes, insistentes, luchadores. Seguir el camino de Cristo requiere persistencia y paciencia. Pablo continúa diciendo que debemos estar “creciendo en la obra del Señor”. Remarquemos, primero, que Dios tiene “una obra” en el mundo. Él está construyendo un pueblo y todos nosotros fuimos llamados a participar en la edificación de esa obra. ¿Cómo? Con nuestro esfuerzo, con nuestro tiempo, con nuestros dones, con nuestros talentos, con nuestras oraciones, con nuestros aportes, con nuestra participación constante. En síntesis, con nuestra comprometida presencia. Y, esto, no debe ser algo esporádico, ni con vaivenes, ni con altibajos.  Debe ser hecho “siempre”. Con asiduidad y mantenido en el tiempo sin fluctuaciones o largas y repetidas desapariciones de la escena. Por último, Pablo nos recuerda que todo lo que hagamos para Dios no es algo vano y sin sentido. A veces, el Maligno quiere hacernos dudar del valor de nuestros esfuerzos para Cristo y su obra. Pero nunca debemos dudar ni temer… ¡Todo lo que hagamos para glorificar a Dios y exaltar el nombre de Cristo es bueno! Cuando participamos en la obra de la iglesia, estamos participando en un trabajo útil y valioso para la eternidad.  Es un trabajo hecho para el Señor y debemos hacerlo con la confianza que él lo usará para Su gloria y para la edificación de Su Cuerpo, la iglesia. Tengamos presente que este “trabajo” no tiene que ver con asistir a las reuniones eclesiásticas (aunque, claro, lo incluye). Tiene que ver, más bien, con participar activa y personalmente en la misión de Dios en el mundo. ¿Cómo? Utilizando los dones y los talentos que nos fueron dados por Dios. ¡Qué el Señor nos dé ánimo pronto para comprometernos con la obra de Su pueblo para Glorificar a Dios y ayudar a la humanidad!

¡Qué la gracia y la paz de Dios sean sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández