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Lectura Bíblica: Salmos 139 

Tema: La dignidad de la vida humana

Comentario: Repasemos parte de nuestro pasaje bíblico de hoy. El Salmo 139.13–16, dice: Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”. Vemos claramente que, el salmista inspiradamente, sostuvo que – aun en el vientre de su madre – era una persona, la misma persona aunque, claro, en desarrollo. En el libro del profeta Jeremías, también vemos el mismo concepto. Jeremías 1:5 dice “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”. Así que, el primer punto que tenemos que destacar es que, desde la formación de la primera célula (el cigoto), al momento de la fecundación, comienza la vida de un nuevo ser humano y se constituye otra persona distinta a los progenitores. Por otro lado, la Biblia enseña que la persona humana lleva la imagen misma de Dios. Por esto,  atentar contra ella es un pecado grave. La vida de la persona humana es sagrada en todas sus fases, ya sea en estado embrionario, joven o adulto.Génesis 9.6 dice: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”. Así que, nuestra segunda verdad es que: la vida de la persona humana es sagrada y digna porque lleva la imagen de Dios. Por otra parte, las Santas Escrituras nos enseñan que Dios aborrece el sacrificio de los niños. En la Antigüedad, se sacrificaban niños al dios Moloc, entre otros. Era una práctica religiosa aberrante, condenada por el Creador. Levítico 18.21dice“Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo Jehová”. Hoy, el culto a la muerte es más sofisticado y sutil, pero las consecuencias son las mismas. Millones de inocentes pierden el precioso don de la vida con total indiferencia o, supuestamente, en pos de un beneficio para alguien que se cree con derecho a disponer de otra vida a su antojo. Esto debe quedar claro,Dios aborrece el sacrificio de niños inocentes, ya sean estos nacidos o no nacidos aún. Procurando dar un hálito de racionalidad al crimen, se busca dignificar al aborto señalando situaciones complicadas y excepcionales, que de hecho existen y son muy tristes. Pero la vida de una persona es más valiosa y nada debe anteponerse al derecho a la vida y a la dignidad y al valor del ser humano. Por eso, no nos dejemos enredar por la lógica de lo excepcional. Anclemos nuestro pensar en la palabra de Dios y en la vida. No convirtamos las excepciones, en excusas para “bendecir” o aprobar la muerte. La muerte no puede ser “santificada” por artilugios discursivos. Por último, no olvidemos que hoy en el mundo se realizan millones de abortos por año. El aborto no debe ser un método anticonceptivo válido. La sexualidad es un don de Dios, pero también es una tremenda responsabilidad. La unión de una célula seminal masculina y un óvulo femenino dan lugar a un nuevo ser humano completo cuya vida es digna de todo respeto y cuidado. Nadie tiene derecho a ejecutar al nuevo ser. El aborto es el genocidio silencioso de los más indefensos e inocentes. Los cristianos estamos, y  siempre estuvimos, a favor de la vida. A favor, de las dos vidas. Deseamos lo mejor para las madres y lo mejor para los hijos.  ¡Qué nuestro Dios nos dé la valentía necesaria para aconsejar – a cualquier persona que ponga en nuestro camino – siempre a favor de la vida!   

 

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida! 

En Cristo,  Julio Fernández