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Lectura Bíblica: Hebreos 4:14-16

Versículo destacado: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)

Tema:Bendiciones especiales

Comentario: En el antiguo Israel, el Sumo Sacerdote oficiaba como un representante del pueblo ante Dios y era el líder máximo de la religión judía. Durante el Día de la Expiación – una vez al año – , el Sumo Sacerdote ingresaba a la parte del templo más importante: el Lugar Santísimo, que simbolizaba el trono mismo de Dios en los cielos. Los cristianos, también hoy, tenemos un representante ante Dios y un líder máximo: el Señor Jesucristo. Él ya no oficia en un templo temporal en la tierra, como lo hacía el sumo sacerdote israelita;  sino que oficia ante el Dios Altísimo en el Cielo. Esto hace de Jesús un sumo sacerdote especial e irremplazable. Jesús es eterno y por siempre cumplirá su oficio. Pero además, el Señor es un sumo sacerdote compasivo. Jesús vivió entre los hombres y conoce sus necesidades, debilidades, luchas, sufrimientos y falencias. Como ser divino, nuestro sumo sacerdote está lleno de gracia y amor incondicional sin límites; como miembro de la raza humana, Jesús conoce quiénes somos y qué sentimos. La conjunción de su naturaleza amorosa y del conocimiento de nuestra realidad, hacen que Jesús sea un sumo sacerdote compasivo y misericordioso hacia nosotros. Nuestro Señor no está oficiando ante un Juez despiadado y cruel que busca la condenación de sus criaturas. Jesús oficia ante el trono de la gracia. Es decir, ante el trono celestial donde habita el amor más puro, inmensurable e indescriptible. El trono de Dios es un trono de amor sin límites, de misericordia inagotable, de bondad desbordante. La sangre de Cristo rompió el velo que nos separaba de llegar a la presencia de Dios. La sangre de Cristo abrió nuestro acceso a la comunión con Dios para siempre. Pero, el autor de hebreos nos da dos advertencias: primero, que “retengamos nuestra profesión” (v. 14) y, segundo, que nos “acerquemos” (v. 16). Es decir, que para disfrutar de la plena comunión con Dios, hemos de tomar las dos actitudes señaladas. Primero, debemos aferrarnos a lo que creemos. “Retener nuestra profesión” significa aferrarnos a lo que hemos creído. Es decir, a que Dios es amor y es bueno, a que Jesús nos limpia de todo pecado, y a todas las demás importantes enseñanzas del Evangelio. Segundo, debemos acercarnos a Dios. Nuestro pecado e incredulidad, tienden a alejarnos de Dios y nos impulsan a que huyamos de él. Sin embargo, el mandato es ir a él siempre. En privado y en público. Siempre habrá cosas y personas que se interpondrán en nuestro acercamiento a Dios, pero el mandato es claro. Nuestra fe debe impulsarnos a buscar a Dios y a procurar estar cerca de él. Aferrándonos a nuestra fe y acercándonos a Dios, encontraremos bendiciones. Al menos, tres muy importantes: misericordia, gracia y socorro. Hallaremos misericordia, porque Dios es un Padre amoroso. Si confesamos nuestros pecados, Dios prometió perdonarnos en base a la obra de Cristo. Su misericordia se renueva cada mañana y nunca se acaba. También hallaremos gracia. Encontraremos favores, más allá de lo solicitado y lo merecido. Dios se goza en darnos una medida remecida y desbordante. Por último, también hallaremos socorro. ¡Cuántas veces necesitamos auxilio en situaciones desesperantes! En Dios tenemos esa ayuda, ese socorro, ese auxilio para toda situación y circunstancia. Es el Todopoderoso quién es y será nuestra pronta ayuda y salvación en todo momento, a cualquier hora del día. ¡Cómo no alabar y rendir culto a nuestro Dios! Un Dios que nos ha dado un sumo sacerdote tan compasivo yextraordinario, un Dios que se sienta sobre un trono de gracia inagotable e inextinguible. Un Dios que nos llena con bendiciones de misericordia, gracia y socorro…. ¡Aferrémonos a nuestra fe y acerquémonos confiadamente a nuestro Dios! ¡Una bendición especial de ÉL no tardará en llegar!

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández