Lectura Bíblica: Romanos 7:21-25
Versículo destacado: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:25)
Tema: La solución al grave problema del hombre
Comentario: Muchas veces, los cristianos nos encontramos atrapados en la misma paradoja contra la que luchó Pablo: “así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7:21-23). Ante esta situación, nos sentimos tristes y descorazonados. Amamos los caminos de Dios, pero nos damos cuenta que la perfección está lejos de nosotros y el pecado es un tropiezo que siempre acecha a la vuelta de la esquina. A veces, sentimos que vamos bien hacia las alturas espirituales, pero – de pronto – caemos en los valles de los yerros, tropiezos y rebeliones. Entonces, exclamamos: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:25). Es ahí, cuando debemos recordar y aplicar el Evangelio. El Evangelio no sólo es una Buena Noticia aplicable a nuestro pasado, también es Buena Noticia para nuestro presente y nuestro futuro. Juan escribió: “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9) ¡Estas son verdaderamente buenas noticias!“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8), pero si confesamos nuestros pecados a nuestro Padre Celestial, la promesa es que Él nos perdona y nos limpia por la obra de Cristo aplicada a nuestro favor. ¡Verdaderamente el amor de Dios hacia nosotros es constante e incondicional! ¡Su amor y su gracia fluyen por siempre para levantar a sus hijos! Nuestra lucha es contra nuestra carne, el mundo y Satanás; y, en esta lucha, sufriremos bajones, caídas y derrotas. Sin embargo, Dios ha provisto el medio para limpiarnos y ponernos de nuevo en carrera y comunión con él…. ¡la sangre de Cristo! “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:25)
¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!
En Cristo, Julio Fernández
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