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Lectura Bíblica: Colosenses 1:21-23

Versículo destacado: “…eráis en otro tiempo extraños y enemigos… ahora os ha reconciliado… para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él”Colosenses 1:21-22

Tema: La nueva vida en Cristo

Comentario: El texto bíblico de hoy comienza recordándonos cuál era nuestra situación antes de venir a Cristo: “antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, y estaban separados de él…” (NTV, vers. 21). Nuestra situación era desesperada. No teníamos posibilidad de vida eterna, ni de comunión con Dios, porque estábamos muertos espiritualmente y separados de Dios. Éramos, no sólo EXTRAÑOS, sino aun peor: éramos ENEMIGOS de Dios (v.21). Un extraño es alguien que no es de la familia y ni siquiera es conocido. Es decir, no teníamos nada que ver con Dios y sus cosas. Un enemigo es alguien que se opone, que causa problemas, que nos combate. Así, éramos con Dios. Rebeldes y opuestos al Señor, su voluntad y sus caminos. ¿Cuál era la causa de la enemistad? Nuestras MALAS OBRAS (v.21) Tal como dice la NTV: por nuestros “malos pensamientos y acciones” preferíamos la oscuridad y oponernos a Dios. Un muerto no puede hacer nada por sí mismo. Y, nada podíamos hacer para remediar nuestra horrible situación espiritual por nosotros mismos. Sólo éramos hijos de desobediencia, aguardando la ira de la justicia de Dios. Pero, Dios en su misericordia obró a favor de la humanidad y fuimos RECONCILIADOS con él (v.21). No por nuestras obras, sino por su gracia. Su favor inmerecido vino en nuestro rescate. Dios obró POR MEDIO DE LA MUERTE DE JESÚS (v.22) esta reconciliación incondicional y eterna. Luego, nos llamó y nos atrajo con sus lazos de amor a la comunión y a la paz con él. Ya no somos extraños, ni enemigos. Ahora, somos hijos amados de Dios y herederos de Cristo. ¡Alabado sea Dios, ahora somos nuevas criaturas en Cristo! Como dice la Nueva Traducción Viviente: “ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, nos ha trasladado a su propia presencia” (v.22). ¿Para qué? ¿Con qué propósito?: ¡PARA PRESENTARNOS SANTOS, SIN MANCHA e IRREPRENSIBLES delante de él! (v.22) ¿Nos damos cuenta lo que dice el texto? Ya no somos enemigos, extranjeros ni adversarios. ¡Ahora somos santos, libres de culpa y podemos presentarnos delante de él sin ninguna falta! Dios cambio nuestra historia y dio vuelta nuestra desesperanzada situación. Por eso, debemos PERMANECER FUNDADOS Y FIRMES EN LA FE (v. 23). Es decir, no debemos movernos de lo que hemos aprendido y de la esperanza que se nos ha revelado. Si la Biblia dice que somos “santos, sin mancha e irreprensibles” debemos creerlo. Si la Biblia dice que somos nuevas criaturas y que fuimos trasladados al Reino de luz debemos aceptarlo y creerlo. Si la Biblia dice que estamos completos en Cristo, no dudemos… ¡creamos que no necesitamos nada más! Debemos vivir aferrados a la verdad de Dios revelada en su Palabra, SIN MOVERNOS DEL EVANGELIO (v.23) y dando buenos frutos de justicia. El evangelio es una BUENA NOTICIA y no debemos dejar que nadie nos traiga dudas o críticas a nuestra plena confianza en Cristo y su verdad. Pablo fue claro: “deben seguir creyendo esa verdad y mantenerse firmes en ella. No se alejen de la seguridad que recibieron cuando oyeron la Buena Noticia” (NTV v.23). Siempre habrá quienes querrán movernos de nuestra fe. Con sutilezas y adulaciones, pretenderán alejarnos de la clara y profunda verdad del evangelio. No dudemos, ni un momento, en quién hemos creído y no despreciemos lo que Dios ha hecho por nosotros. ¡No hay nada mejor que las sencillas y eternas verdades del precioso Evangelio de Cristo que nos traen paz y esperanza cada día!

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo, Julio Fernández